septiembre 25, 2025

La fe en Dios de Maxwell inspiró la revolución en la ciencia

James Clerk Maxwell, nacido en Escocia en 1831, fue un físico brillante. También destacó como matemático, inventor y astrónomo. Su nombre quedó grabado en la historia de la ciencia por sentar las bases de la termodinámica y, sobre todo, por formular la teoría del electromagnetismo, un aporte que transformó para siempre nuestra comprensión de la naturaleza. Su curiosidad lo llevó a explorar campos tan diversos como la óptica, el magnetismo, la luz, la cinética molecular, las ondas electromagnéticas, la teoría del color y la radiación. Cada estudio suyo amplió las fronteras del conocimiento en un siglo marcado por descubrimientos decisivos.

Maxwell fue el gran unificador de la física, y fueron sus descubrimientos los que hicieron posible el trabajo de Einstein. En una época en la que muchos científicos desconfiaban de las líneas de fuerza que Michael Faraday había propuesto, Maxwell supo ver más allá del escepticismo. Creía firmemente en las implicaciones de esa teoría, incluso en su dimensión creacionista, y en 1856 publicó trabajos que no solo la formalizaron, sino que también profundizaron en su estructura. Con esa convicción, logró convertir una idea cuestionada en un pilar de la física moderna.

En 1873, Maxwell presentó sus 20 ecuaciones, demostrando la relación inseparable entre electricidad y magnetismo. Con ellas formuló la teoría completa del electromagnetismo, predijo las ondas de radio, explicó fenómenos como el calor, la luz y los rayos X, y además logró la primera fotografía permanente a color, consolidándose como un pionero de la ciencia moderna.

Si bien Maxwell describió la realidad física según leyes matemáticas de una manera que lo hacía parecer un viajero temporal del futuro, la inspiración para su aspiración de unificar la física provenía de una fuente más profunda. Para Maxwell, su física era, en última instancia, una expresión de su fe en el Dios, el Creador Único, que gobierna la totalidad de la realidad mediante un orden y una ley unificados.

James Clerk Maxwell, cristiano practicante, sostenía que la vida debía regirse por el ejemplo de Jesucristo:
«Creo que los hombres de ciencia, así como los otros hombres, necesitan aprender de Cristo, y creo que los cristianos cuyas mentes son científicas, están obligados a estudiar la ciencia para que su visión de la gloria de Dios sea tan extensa como su ser sea capaz.»

Tras la muerte de su padre, Maxwell halló en la fe una fuente de consuelo y de disciplina. Cada día organizaba un servicio de oración en su hogar, práctica que revela la profundidad de su espiritualidad y su firme convicción de que la ciencia y la fe podían caminar juntas. De esas reuniones íntimas se conservan fragmentos que evidencian su elocuencia y devoción, como esta plegaria que ha llegado hasta nosotros:

«Dios Todopoderoso, que has creado al hombre a Tu imagen propia, y lo haz hecho un ser viviente para que pueda buscarte a Ti, y tener dominio sobre Tus criaturas, enséñanos a estudiar las obras de Tus manos para que podamos dominar la tierra para nuestro uso, y fortalece nuestra razón para Tu servicio, y también para recibir Tu bendita Palabra, para que podamos creer en Aquel a quien has enviado para darnos el conocimiento de la salvación y el perdón de nuestros pecados. Todo lo cuál te pedimos en el nombre del mismísimo Cristo Jesús nuestro Señor».

En sus últimos días, Maxwell mantuvo la serenidad que lo caracterizaba y compartió con un colega de Cambridge una reflexión que resume su vida y su fe:

«He estado pensando en lo mucho que siempre se me ha tratado con amabilidad. Nunca he recibido un impulso violento en toda mi vida. El único deseo que puedo tener es, como David, servir a mi propia generación según la voluntad de Dios, y luego quedarme dormido.»

Fuente: AISH

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